Emma

Nuevos vecinos han llegado al pueblo, algunos no del agrado de Emma. Entre damas que llevan al límite sus deseos de permanecer cordial y encantadores caballeros que poco a poco revelan su verdadera naturaleza, la señorita Woodhouse no solo comienza a dudar de su juicio para desentrañar los sentimientos de sus allegados, sino sus propias decisiones y perspectivas al darse cuenta de que, al enfocarse en tanto en la vida amorosa de otros, puede correr el riesgo de perder de vista la propia. Todo es parte de ser joven, confiado e ingenuo, pero ansioso por la vida; lo que no significa que esta progresión hacia la madurez y la autoconciencia deje de ser dolorosa para Emma al tener que lidiar con la idea de haberse puesto en variadas situaciones embarazosas por ello.